En casa de mi abuela, había un remedio para casi todo. Una cucharada de miel templada si tenías tos. Paños empapados de agua y vinagre sobre la frente si se te subía la fiebre. Y, por supuesto, un poco de mantequilla untada sobre la quemadura cuando te pasabas de listo con la sartén. El gesto era casi automático: abrías la nevera, tomabas un pequeño bloque envuelto en papel dorado, lo deslizabas sobre la piel ardida y esperabas el alivio. O, al menos, algo parecido a consuelo.
Pero aquí estamos, varias generaciones después, y es inevitable preguntarse: ¿qué opinan hoy la ciencia y los organismos oficiales del truco de mi abuela?
El gesto de recurrir a la mantequilla tiene más historia de lo que parece. Su popularidad se disparó en el siglo XIX, cuando el cirujano militar Friedrich von Esmarch, pionero en los primeros auxilios, recomendó en su manual de medicina de guerra cubrir las quemaduras con grasa, aceite o mantequilla. La lógica de la época era crear una barrera para proteger la herida del aire y la suciedad, evitando infecciones y acelerando la curación.
Pero... ¿Es cierto que aplicar mantequilla alivia las quemaduras leves?
La respuesta rápida: No.
Aunque aplicar mantequilla sobre una quemadura es un remedio casero ampliamente difundido, puede empeorar la lesión. Organismos como la Asociación Española de Quemaduras (AEQUE), la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y el Servicio Nacional de Salud británico (NHS) coinciden: no debe usarse en ningún caso.
Por eso, aunque el alivio momentáneo que produce el frescor de la mantequilla pueda resultar tentador, no es un método seguro ni eficaz para tratar quemaduras.
Aunque extendido en la cultura doméstica, aplicar mantequilla en quemaduras no solo es ineficaz, sino que puede empeorar la lesión. Las recomendaciones médicas en España son claras: enfriar con agua tibia, limpiar, cubrir adecuadamente y consultar si es necesario. Mitos culinarios, sí; remedios médicos, no.
¿Alguna vez te aplicaste mantequilla, u otro remedio casero, para calmar una quemadura? ¿Te enseñaron ese truco en casa o lo descubriste por tu cuenta? ¿Conoces a alguien que lo siga recomendando?
Cuéntanos tu experiencia en los comentarios: ¿qué hacías antes y qué harás ahora? Porque lo cierto es que nuestras abuelas, con todo su amor, su sabiduría práctica y esas ganas inmensas de cuidarnos, a veces también se guiaban por ideas que no estaban del todo fundamentadas por la ciencia.