CóMO DEJAR DE TOMARSE EL TRABAJO TAN A PECHO, SEGúN LOS EXPERTOS DE HARVARD

¿Cuál es tu motivación para ir al trabajo? Desde luego, la primera es el sueldo; porque el trabajador no es una ONG y ha de ver recompensado sus esfuerzos con su remuneración. En un ambiente laboral no tóxico, es posible que tengas más: crecimiento profesional, logro de objetivos, incluso la sensación de pertenencia a un grupo.

Pero, con el tiempo, nuestro rol como trabajador puede mezclarse con nuestro sentido del yo. Esto es muy habitual en personas que se toman todo muy a pecho. Si sientes el impulso de trabajar, rendir, pensar y sentirlo todo más profundamente que el resto, el impacto -positivo o negativo- en las emociones y la autoestima será mucho mayor.

Si eres uno de esos trabajadores, mandos intermedios o jefes a los que cada situación, decisión o resultado te acaba pesando emocionalmente, como si fueran consecuencia directa de tus capacidades (o falta de ellas), bienvenido al club. Eres muy capaz de resolver problemas, pero te acaban pasando factura a tu bienestar. Y cuando no los resuelves o aparecen contratiempos, se desencadena en tu interior una tormenta de emociones.

Si pasamos más o menos un tercio de nuestra vida en el trabajo, es normal que nos afecte y que nos importe -la mayoría no somos como los empleados de 'The Office', aunque nos gustaría-. Aunque es habitual equiparar tu valor como persona a tu rendimiento en el trabajo, también es posible liberarse de esta piedra en la mochila. Los expertos de Harvard tiene una serie de consejos para ti.

Déjate llevar sin que te afecte

Cuando te tomas algo como personal, tu cerebro piensa que te están atacando: ve una amenaza a tu competencia, profesionalidad, pertenencia a un grupo o posición social. Esto afecta a la amígdala y dispara la emoción del miedo. Aunque te sientas herida, enfadada o ansiosa, has de aprender a vivir todas estas acciones sin que te definan tu personalidad.

Es fácil de decir así que vamos a aclararlo. Por ejemplo, cuando sientas mucha presión porque los resultados no son los esperados, repítete cual mantra: "Estoy observando este sentimiento pero no soy este sentimiento" o "Noto este pensamiento y no voy a dejar que me machaque". Al separarte de lo que pasa, creas un espacio entre el estímulo y tu respuesta, lo que te permitirá tomar decisiones de manera más clara.

Para el bucle

Yo soy experta en entrar en espirales negativas, pero he de aprender a pararlas para poder observar cada situación de forma objetiva. Por ejemplo, si tu compañero ha sido antipático en la reunión, deja de pensar que la tiene tomada contigo; a lo mejor tiene un mal día o no ha entendido tu propuesta, piensa otras posibilidades para no sacar conclusiones precipitadas.

Un consejo evidente, difícil de llevar a cabo y muy bueno es pedir aclaraciones para entender al otro mejor. "Perdona, pero te he visto un poco a la defensiva conmigo en la reunión. ¿Podrías aclararme qué pasa?". O "Me he dado cuenta que cuando propongo X, siempre reaccionas despectivamente, querría hablarlo contigo para saber tu punto de vista.

Inmunízate al miedo

Los expertos de Harvard recomiendan para ello la 'desensibilización'. Cada vez que te permites correr un riesgo y experimentar una emoción desagradable, amplías tu capacidad de tolerar el malestar y aprendes a relacionarte con él de otra manera. Pero hazlo en pequeñas dosis, inmunízate al miedo para poder reforzar la confianza en ti mismo. Según te vayas arriesgando, te darás cuenta de que tienes lo que hay que tener para estar a la altura de las circunstancias.

El fracaso también tiene sentido

Europa tiene una concepción completamente diferente de Estados Unidos del fracaso. Aquí se considera que la persona que fracasa es porque no está capacitada o no ha gestionado bien la situación; en Estados Unidos el fracaso se entiende como una oportunidad. ¿Por qué no verlo así?

Este enfoque más maduro te permite aceptar la naturaleza impredecible del trabajo sin dejar que defina tu autoestima. Sé constructivo ante el fracaso. Pregúntate qué puedes hacer -aunque estés en el fango más profundo-, qué enseñanzas se pueden extraer de lo que ha pasado o qué te beneficia la situación en vez de perjudicarte.

Apuesta por el humor ante compañeros tóxicos

No personalices el mal comportamiento del de al lado como si fuera culpa tuya; no siempre tiene que ver con algo que hayas dicho o hecho. Quítale hierro al asunto y piensa que él también se equivoca. Recuerda que tomarse las cosas como algo personal en el trabajo no es un signo de debilidad, sino un reflejo de tu compromiso y responsabilidad. Si abordas las situaciones con más objetividad, podrás navegar por tu trayectoria profesional con mayor claridad, equilibrio y eficacia.

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