CóMO AFECTA A NUESTRO ESTADO DE áNIMO LO QUE COMEMOS

Resulta tan importante lo que está en la mente de quien prueba el plato como lo que hay en el plato mismo. El libro Gastrofísica del psicólogo experimental Charles Spencer ofrece datos intrigantes al respecto.

Comenzando con la gestión de expectativas, se ha observado que muchos supermercados han adoptado la práctica de etiquetar sus productos con nombres de granjas ficticias. Estos nombres dan la imagen de un entorno rural e idílico, lo cual influye en la percepción del consumidor haciendo parecer el producto de mejor calidad.

Según las investigaciones de Spencer, la mera denominación puede llevarnos a pagar más por un producto. Por ejemplo, un queso etiquetado como "Hacendado" o "Día" no genera la misma impresión que uno presentado como producido en las "Granjas González en Ciudad Real". Esta descripción añade valor al producto y aumenta la predisposición del consumidor a pagar más, incluso puede influir en la percepción del sabor.

¿Es verdad que los gustos se dividen en la lengua?

La idea de que lo dulce se detecta en la punta de la lengua, lo amargo en la parte posterior y lo ácido en los lados resulta de una mala traducción de una tesis sobre los mapas de la lengua. En realidad, cada papila gustativa es sensible a los cinco gustos básicos (dulce, amargo, salado, ácido y umami) y se encuentran distribuidas en diferentes áreas de la lengua.

¿Cómo funciona el gusto en el cerebro?

El cerebro otorga más importancia a la información visual que al gusto en sí mismo, ya que se puede anticipar el sabor a través de la vista o el olfato. Por ejemplo, al ver un tomate muy verde, se sabe que no está maduro. Esta capacidad de predicción influye en la experiencia gustativa.

También están relacionados el sentido del oído con el gusto. En 2004, se llevó a cabo un experimento para investigar el efecto del sonido crujiente al masticar una patata frita. Cuanto más crujiente es el sonido, más fresca y sabrosa percibimos la patata frita. La textura influye directamente en nuestra percepción del sabor.

¿Los sabores afectan a nuestro estado de ánimo?

Saborear algo dulce aumenta la disposición a aceptar una invitación romántica. Además, un estudio con aficionados a un equipo de hockey mostró que aquellos cuyo equipo había ganado percibían el sorbete como más dulce que aquellos cuyo equipo había perdido.

Por otro lado, el gusto por lo amargo se relaciona con ciertas tendencias psicopáticas. Aunque es importante señalar que a alguien que le gusten los sabores amargos no necesariamente será un psicópata, estudios recientes han encontrado una asociación entre la preferencia por lo amargo y características como el maquiavelismo, la psicopatía, el narcisismo y el sadismo cotidiano.

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