Cuando estamos inmersos en una estrategia de adelgazamiento es inevitable medir nuestros progresos y enfrentarnos tarde o temprano a ese dispositivo que según el día nos genera rechazo o lo amamos de manera incondicional. Y es que la báscula está ahí para confirmar hasta qué punto nuestros esfuerzos y sacrificio han merecido la pena o, si por el contrario, tenemos que pulir todavía algunos detalles.
Sin embargo, como suele suceder a menudo en estos casos, existe una duda razonable sobre la frecuencia con la que deberíamos constatar que el plan que hemos establecido en función de nuestro objetivo es efectivo. Y hay debate. Hay quien aboga por mantener unos registros periódicos y también quien prefiere no obsesionarse al considerar que la báscula puede ser nuestro peor enemigo.
Mi experiencia personal, que no tiene porqué ser ejemplo de nada, me dice que ambos enfoques pueden ser perfectamente positivos. A lo largo de mi vida ha habido dos momentos en los que especialmente me he puesto manos a la obra para mejorar mis hábitos y aligerar la carga.
La primera vez sí llevé un control regular de los progresos y, la segunda, en la que estoy inmerso actualmente, está sucediendo justo lo contrario. No me he subido a la báscula ni una sola vez. Y en ambas ocasiones los resultados han sido satisfactorios.
Ahora bien, ¿qué dicen la ciencia al respecto? Pues que parece existir unanimidad a la hora de recomendar los registros diarios como método más eficaz frente a un enfoque más tradicional que aseguraba que puede llegar a generar ansiedad y ser contraproducente. Y para muestra, cuatro ejemplos:
Así pues, si eres de los que necesita una referencia constante y la báscula tiene un efecto motivador que te impulsa a hacer pequeños cambios de comportamiento cada día, como comer menos o hacer más ejercicio, que al final es lo que garantiza el éxito, entonces es posible que debas enfrentarte a ella con frecuencia. Pero si, como históricamente se ha pensado, consideras que un registro diario puede frenar tus avances y ser desmoralizador si no observas resultados, quizá lo mejor sea tomárselo con un poco de calma y no obsesionarse.
La ciencia asegura que parece más efectivo llevar un registro diario, pero también hay que tener en cuenta que durante las primeras semanas e incluso meses, los progresos pueden no ser demasiado evidentes porque si controlamos la alimentación y hacemos ejercicio, que es la estrategia acertada para generar un déficit calórico, se elimina grasa y se gana músculo al mismo tiempo, sobre todo al principio, por lo que la fluctuación en el peso puede no variar demasiado. Sopesa todos los escenarios y elige en función de lo que creas que mejor te va a funcionar.
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